viernes, 30 de septiembre de 2011

La gran recesión (dentro de la gran depresión)

La débil posición de los gobiernos, atacados por los mercados que han rescatado, ha dado como resultado la supresión de estímulos a la débil economía y por tanto un parón mundial.

Es curioso, como la rapidez a la hora de subir los tipos de interés del BCE ante las insistencias de Francia y Alemania, haya sido una de las principales causas del estancamiento en la zona euro. Así, como las políticas de contracción económica: subida de impuestos y recortes del gasto público.

Está claro que si un motor de la economía no funciona, el sector privado, el otro debe hacer el resto, es decir, el sector público.



Para ello, hay que tener en cuenta que la economía es cíclica -parece que lo habíamos olvidado- y se necesita una planificación estratégica por parte de las Administraciones Públicas. Un ejemplo de lo que se debe hacer el el PEIT y otro de lo que no se debe hacer es el PlanE.

Este último aprobado con prisas y sin tener en cuenta las necesidades reales, vamos "pan para hoy y hambre para mañana" como se ha demostrado. Adicionalmente, ha privado de recursos a otras necesidades del país. Nos hemos gastado el dinero en jardines y ahora recortamos en educación.

Por esta falta de planificación de las Administraciones y su falta de reacción ante los ciclos económicos, aparecen los fundamentalistas del déficit. Intentando cuadrar en cada ejercicio el déficit de una manera rígida.

De este modo, asfixiados por los intereses de la deuda debido a la falta de planificación, no se puede realizar la política económica que es necesaria.

El problema no es el déficit. De hecho un déficit no es intrísecamente malo, siempre que sea inversión productiva y no gasto corriente. Es decir, PEIT vs PlanE.

Sin embargo, está claro que es difícil a nuestros políticos visión. ¿Cómo van a estar pendientes del ciclo económico, si ellos van a estar "únicamente" cuatro años?

Por cierto, todo esto lo sabemos desde la Gran Recesión

"En 1937, a causa del levantamiento de los estímulos públicos antes de lo debido, cambia el clima intelectual desde la consolidación fiscal hacia el keynesianismo, y Roosevelt no tiene más remedio, contra sus expectativas previas, que volver a las políticas de expansión pública de la demanda. El pleno empleo no llegará hasta la entrada de EE UU en la guerra mundial, en diciembre de 1941"

El debate queda, por tanto, eclipsado, tal y como defiende Krugman desde hace tiempo, reducción de déficit vs crecimiento-empleo. Lamentablemente los mercados quieren ahora "su" dinero, ¿o es el nuestro?

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